Stolnik | Maxim Kuzmin-Karavaev |
Dziemba | Tomasz Kumiega |
Janusz | Tomasz Konieczny |
Zofia | Olga Syniakova |
Halka | Corinne Winters |
Jontek | Piotr Beczała |
El gaitero | Javier Povedano |
Dirección de orquesta | Łukasz Borowicz |
Dirección del coro | José Luis Basso |
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real | |
En versión de concierto |
En esta ocasión, con la colaboración de muchas instituciones polacas, entre ellas, localmente, el Instituto Polaco de Cultura y la Embajada de Polonia, ambos en Madrid, el Teatro Real estrenó dos funciones de la gran ópera nacional polaca, dirigida por el consagrado Łukasz Borowicz y liderada por el tenor Piotr Beczała en versión de concierto. Hace tiempo que en todos los recitales donde le ha sido posible el artista polaco ha incluido repertorio de su país, con mucho éxito y aprobación del público, a pesar de lo limitado del acceso de las audiencias a su idioma.
Se trata de una ópera en cuatro actos pensada por Stanisław Moniuszko, considerado uno de los compositores más importantes de Polonia y catalogada como una de las obras maestras del repertorio operístico polaco, ya que su montaje incorpora multitud de elementos folclóricos, danzas tradicionales, canciones populares y melodías inspiradas en su música rural y patrimonio antropológico. Su libreto fue escrito por Włodzimierz Wolski, quien se basó en un cuento de Kasimierz Wójcicki: Góralka (La chica de las praderas).
Su trama se desarrolla en las montañas Beskides y se centra en la historia de amor de Halka, una joven campesina, y Janusz, un noble que la seduce y luego la abandona. La pieza aborda temas como las diferencias de clase, la injusticia social y los conflictos entre el pueblo llano y la aristocracia. Perfume a Giselle, el famoso ballet, que, con lenguaje diferente, cuenta una historia similar (Adolphe Adam/ Théophile Gautier, a partir de Heinrich Heine) y a muchas heroínas “seducidas y abandonadas” y abocadas al desastre.
Cada vez que se representa esta ópera en Polonia y allí donde su belleza pueda llegar con permiso de los grandes clásicos del género, más frecuentados, adquiere el tinte de acontecimiento nacional, muy cerca de la preciosa Mazurka de Dabrowski (Mazurek Dabrowskiego), el himno patrio, escrita por Józef Wybicki, en 1797, tantas veces escuchada con absoluto respeto en la sede de la legación polaca en la capital española.
Según expresaron los expertos del coliseo capitalino y la web del tenor polaco, “…Moniuszko se aproxima, con más de medio siglo de antelación, al universo realista y compasivo de Jenůfa. Ópera «nacional» —aunque no «nacionalista» en el sentido lato del término—, Halka ocupa en su país la posición seminal que ocuparon El cazador furtivo en Alemania, La vida por el zar en Rusia, Hunyadi László en Hungría o La novia vendida en República Checa. Escrita cuando Polonia vivía bajo el yugo ruso, Moniuszko se elevó gracias a ella como el héroe musical —con permiso de Chopin— de una tierra oprimida. Su protagonista —la campesina Halka— adquiere su trágica estatura gracias a su explícita identificación con el pueblo polaco —conseguida mediante la inflexión popular de su canto— y por las conmovedoras imágenes con las que enmarcaron su frágil figura el libretista y el compositor de esta obra imprescindible del Romanticismo centroeuropeo”.
Aparte de ser un estreno en España, luego de pasar por Viena, es un verdadero privilegio el elenco multicultural que la presenta, con unas dotes admirables para cantar e interpretarla, además de una evidente implicación personal y patriótica en el caso de los polacos. Piotr Beczała, que podría decirse que lidera el fantástico cast, es muy conocido en Madrid, donde interpretó en este mismo escenario de Halka, La damnation de Faust (2009), Faust (2018) o Aida (2022), entre otras composiciones, y actuó también en el Teatro de la Zarzuela.
"Me encanta poder decir que tenemos una obra que mezcla el folclore, la música romántica y el bel canto que se expresa a través de un fantástico coro que aparece al final de la ópera", comentó Borowicz, el director de orquesta de la producción. "En el tercer acto Piotr Beczała y Corinne Winters cantan con el coro, lo que parce más un concierto coral que otra cosa; estoy muy feliz de participar con este elenco", ha subrayado.
Y agregó: “Para nosotros tiene un significado muy especial que se represente esta pieza el 11 de noviembre, día de la Independencia de Polonia". Ha recordado que durante la partición del país, "la música desempeñó un papel fundamental, y que esta ópera fue un símbolo de la unidad de Polonia". "Moniuszko reúne todos los elementos que describen el alma polaca", ha asegurado el director musical explicando también que la segunda aria de la pieza "se ha convertido en himno nacional para los polacos. Finalmente, el bajo barítono Tomasz Konierczny concluyó que "Es una ópera potente, con arias difíciles y un gran pulso dramático”.
En lo que se refiere al compositor, Stanisław Moniuszko, nació el 5 de mayo de 1819 en Ubiel (Bielorrusia) y falleció el 4 de junio de 1872 en Varsovia (Imperio ruso entonces). Residió en San Petersburgo y fue educado en el Minsk men's gymnasium. Fue alumno de Carl Friedrich Rungenhagen, estudió en Berlín, y estuvo influido por las teorías del nacionalismo musical. Aparte de la hermosa y conocida Halka, otras óperas suyas son Flis (El barquero, 1858), Hrabina (La condesa, 1862), y Straszny Dwór (La casa embrujada, 1865). También escribió música religiosa y música de cámara.
La Orquesta y Coro del teatro Real, en sus directores Lukasz Borowicz ahora, pendiente de todo el corpus y José Luis Basso (de reciente incorporación, permanente) ofrecieron un trabajo entregado, minucioso, mucho más que simplemente correcto.
El tenor Piotr Beczala bordó a Jontek, con maestría y absoluta disposición, perfectamente ataviado como sus colegas para la ocasión, muy lejos del “casual” con el cual suele presentarse a los medios, fuera del escenario. Más que el campesino prendado de Halka, podría haber sido miembro de la caballería polaca que se enfrentó míticamente a los alemanes en la II Guerra Mundial: siempre formal, listo y recubierto de una completa seriedad. Eso no le impide por momentos dejarse llevar por el ímpetu de una partitura llena de lirismo y de pasiones a flor de piel. Probablemente sea uno de los tenores que mejor gestiona en el presente su repertorio cosmopolita, sus actuaciones y sabe cuidar el instrumento, cada vez más perfeccionado y con más peso a medida que cumple años. Aquí fue, como siempre, ovacionado sin ambages y reiteradamente.
Corinne Winters, la soprano norteamericana dibujó a Halka, la protagonista, que también defendió recientemente en el Theater an der Wien, de Viena. Cuenta con un aria que fue aplaudida por un público que ocupaba aproximadamente tres cuartas partes de la sala. A pesar de que los precios no fueron tan exorbitantes como en otras ocasiones, los ausentes tal vez sigan fieles a otros autores o a un fin de semana que incursionó en España por otros derroteros, menos musicales y más políticos. Pero este estreno de Halka es un verdadero hito.
En una pareja de jóvenes no puede faltar el antagonista, Janusz, el felón que no mantiene sus promesas y deja a la amada muy comprometida, declinada por el barítono polaco Tomasz Konieczny, habitual intérprete wagneriano que estuvo en Halka a pleno rendimiento, muy bien.
En última ocasión, al final pero no menos importantes, el ayudante Dziemba fue Tomasz Kumiega muy adecuado y a la altura, el bajo Maxim Kuzmin- Karavaev fue Stolnik, Zofia era Olga Syniakova, en un rol breve pero bien cantado. Al final comparece e interviene el Gaitero, interpretado con soltura por el español Javier Povedano.
Una oportunidad la velada. Podría haber sido una fiesta completa esta partitura representada, como deberían ser las óperas, pero entonces tal vez no podría haber visto la luz aquí y ahora.
La recension se refiere a la fonction de 11 de noviembre 2023.
Alicia Perris